Marina
Avendaño, funcionaria de la Secretaría de Integración Social, ha recibido
mensajes y llamadas cargadas de odio.
Avendaño está a cargo
de la puesta en marcha del primer centro en América Latina para las minorías
sexuales, denuncia mensajes intimidatorios contra su vida y la comunidad por la
cual trabaja. El centro será inaugurado esta semana.
Aunque las amenazas
comenzaron hace ya varios meses, Marina Avendaño sólo se preocupó cuando los
mensajes al celular subieron de tono y sus enemigos se atrevieron, incluso, a
llamarla a su teléfono la semana pasada.
Avendaño,
abiertamente bisexual, militante por años en movimientos políticos de izquierda
relacionados con la defensa de la diversidad, es hoy subdirectora local de
Integración Social en la localidad de Chapinero y tiene a su cargo la
constitución del Centro de Ciudadanía LGBTI.
Aunque carga en su
cartera la copia de la denuncia que, por amenazas a su vida, radicó en la
Fiscalía General de la Nación, a duras penas alcanza a verbalizar las frases de
odio que le dijeron por teléfono y los mensajes que no han parado de llegarle
al celular. “Vamos a eliminarlos”, es lo único que se atreve a citar.
Avendaño sabe que no
está sola. Los mensajes son muy claros: todos se refieren a la comunidad de
gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales que en los últimos
años ha logrado construir una masa crítica que incide activamente en la
política, al punto que hoy el Distrito cuenta con una amplia política de apoyo
a esta población.
Esa es la razón de
las amenazas, supone Avendaño. Luego de cinco años, el Distrito está a punto de
inaugurar el primer Centro de Ciudadanía LGBTI de Bogotá (según la Secretaría,
pionero en América Latina y tercero en el mundo). El centro —que operaba de
manera local, en Chapinero, desde 2007— prestará atención integral en toda la
ciudad a las minorías sexuales, con especial énfasis en servicios de salud y
sicológicos así como asesorías legales.
“Queremos poder
identificar en los barrios a la población vulnerable, a aquellos que, por estar
en el clóset o porque les da miedo, creen que no tienen los mismos derechos que
la población heterosexual”, asegura Avendaño.
Además, el centro
busca articular todas las políticas públicas de la Secretaría de Integración y
“transversalizarlas”, es decir, tratar a las diversas poblaciones de Bogotá
(ancianos, niños, mujeres, etcétera) “con un lenguaje diverso y un enfoque
diferencial”, dice Avendaño.
Todo esto ha venido acompañado de una amplia campaña, incluyendo la Semana por
la Diversidad Sexual, realizada en Chapinero en los mismos días en que se
intensificaron las amenazas.
De ahí que a Avendaño
le tiemble la voz cuando dice que aún tiene mucho por hacer y que no piensa
detenerse por aquellos que la intimidan. Ella, que militó en el Polo Rosa, del
Polo Democrático, y que acompañó a dos alcaldesas homosexuales a diseñar
políticas para esta población (Angélica Lozano, hoy Concejal, y Blanca Inés
Durán, actual defensora del Espacio Público), sabe que es mucho lo que se juega
por estos días.
¿Quién puede estar
detrás de las amenazas? No lo sabe. Puede ser un miembro de uno de los muchos
grupos homófobos que, asegura, andan por Bogotá. O algún personaje solitario,
contagiado por los duros discursos que por estos días proliferan en contra de
los miembros de la comunidad LGBTI.
Texto:
El Espectador.
Edición: Opinión LGBT.
Edición: Opinión LGBT.
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